domingo, 12 de junio de 2011

Collar pt3

Anoche no dormí demasiado bien. Todos los recuerdos me sobresaltaban. Cuando la conocí en la facultad, cuando emprendimos nuestra amistad, ..todos esos recuerdos son frutos del pasado que ya nada puedo hacer. Debo tomar, quizá, la más dificil decisión de mi vida. Me dijo que me daba dos noches para que ella apareciera. La noche del segundo día, vendría, decidiriamos y en el caso de rechazar la propuesta, nunca jamás volvería a saber de ella.

Toda la noche, estuve pensando en lo sucedido en estos años. La conocí por casualidad. Ambos íbamos a hablar con un mismo profesor. Ella, iba delante de mí. Estaba de espaldas y callada con los brazos cruzados aguantando una carpeta azul. Vestía unos tejanos con una sudadera negra. Me senté a su lado ya que sabía que iba para rato. Ella se giró y me vió detrás. Me saludó con una voz muy ténue y moviendo un poco la muñeca. Le pregunté si era ese el lugar dónde estaba el despacho del profesor Sanchez. Lo afirmó con la cabeza y seguidamente, se sentó a mi lado. Empezamos a charlar sobre el profesor Sanchez, los estudios y nuestros futuros. Teníamos mucho en común. Entonces ella me sugirió que después de hablar o algún día, podiamos quedar para charlar. Acepté encantado. Tras hablar con el profesor cada uno, fuimos a la cafeteria más cercana. Alli pedí un café y ella, una limonada sin gas. A modo de romper el hielo, me dijo que era para que no le afectara tanto el calor que hacía alli dentro. Nos sentamos en una de las mesas metalizadas; uno enfrente del otro. Estuvimos hablando unas dos horas y media. Hablamos de estudios, de familia y de gustos. Me empecé a enamorar de ella. Era todo lo que me gustaba y buscaba en una chica. Apuntamos nuestros respectivos números y nos marchamos al acabar de deshacerse el poco hielo que habían puesto en el vaso de la limonada. Desde ahi, surgió una gran amistad entre los dos.

En casi toda mi etapa de madurez estaba ella. Desde la pos-adolescencia, ya eramos amigos. Mis otros amigos ya hacian bromas a las semanas de que acabariamos juntos. Les decía que no podría ser porque era demasiado para un chico como yo. Era la segunda mujer que más quería en el mundo. A penas la conocía de un mes y ya era parte de mi vida. Era mi confidente, mi amiga que siempre estaba ahi para sacarme una sonrisa cuando no la encontraba.

Cuando los pájaros ya estaban en pie, desayuné rápidamente y emprendí un paseo de dos horas de ida y dos de vuelta por el bosque que rodeaba la casa. Jamás habia adentrado en aquellas tierras. Necesitaba estar en un sitio que estuviera apartado del mundo, pero no demasiado lejos. Ya alli, me senté apoyando la espalda en un tronco. Era un bosque bastante verde aunque hacía un tiempo, hubo un incendio que quemó toda la parte superior de las copas de los árboles más lejanos. Era una gran gama de colores que, aunque triste por en incendio, era precioso a la vista. Estuve arrancando hojas secas y crujiendolas entre mis dedos mientras pensaba. Necesitaba volverla ver, necesitaba abrazarla una vez más. Necesitaba que estuviera cerca de mí pero se me hacia muy extraño abrazarla sin recibir ningún tipo de calor corporal de su parte. ¿Podría soportar esa frialdad al abrazarla? ¿ ... y en mi própia piel? 

Con la mirada petrificada, dejé la mente en blanco unos segundos. Apresuradamente me levanté y empecé a correr en ninguna dirección. Podía perder el rumbo de vuelta, pero me daba igual. Necesitaba correr para sentir que estaba vivo. Pasaron dos minutos y tropecé con una raíz mal enterrada. Cara al suelo, lleno de hojas húmedas y secas, empecé a llorar. Sentía mi corazón lantiendo fuertemente y mi temperatura corporal aumentada. Mis lágrimas se confundieron con las gotas de agua de las hojas. Cada minuto era más claustrofóbico. Me sentía entre la espada y la pared. Preparé las manos para levantarme y doble las rodillas para levantar mi cuerpo. Oí un ruido de animal salvaje. Me asusté porque podría ser un jabalí, un lobo o cualquier otro animal de estos. Finalmente lo ví. Era un lobo.

El lobo, al verme la cara, huyó. Parecía que huía más por mi cara que por mi própia presencia. Volví a casa, allí ya no podía pensar más. Al llegar, sequé las botas de montaña en la alfombrita y entré directo al baño, necesitaba una ducha. Entré en el baño y ví todo más ordenado de como lo había dejado. Era muy extraño todo, pero aun asi, me duché.
Me quité la ropa mientras mi espalda estaba aun sudorosa. Todo me parecía un sueño.Cuando estaba desnudo, me miré en el espejo. Veía todo mi ser y no podía creer que de un día para otro, pudiera desaparecer. Ahí me dí cuenta de que ya sabía que iba a responder. No lo tenía del todo claro, pero verme allí, desnudo; me hizo abrir los ojos y ver más allá de mí. Ya estaba decidido. 

Entré en la ducha y mientras recorría las esponja sobre mis brazos y mi torso, recordaba todo el calor corporal que desprendía en ese momento. Me enjaboné el cabello y me enjuagué. Dejé caer el agua sobre mi nuca varios minutos como si me hiciera sentir mejor el calor del agua chocando contra mi nuca. Era realmente relajante escuchar la unión sonora de mis pensamientos con el agua contra la bañera. 

Me sequé y fuí a la cama en seguida. Solamente, tomé un té con unas galletas integrales. No tenía más hambre. Iba a tomar una de las más grandes decisiones de mi vida que me repercutiría de algún modo a mi vida. 

Por fín amaneció. Del mismo modo que pasó la noche, pasó la mañana. Estuve durmiendo como pude. Cuando me desperté aun tenía en la mano, el collar de ella.. En el collar había una pequeña inscripción. Ponía:
"Si tú lo deseas, seré tu todo."

Ese día, era fiesta en el trabajo, por lo que estuve hasta casi rozando el mediodía estirado. El resto del día, lo pasé escuchando música orquestral y leyendo. Llegó la noche y ya estaba preparado para todo. TODO.

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